domingo, 1 de marzo de 2015

SANLÚCAR DE BARRAMEDA EN LA FOTOGRAFÍA DE ANTONIO PALOMO GONZÁLEZ






Foto de El Infante Maldito.
El fotógrafo Antonio Palomo González
© JOSÉ CARLOS GARCÍA RODRÍGUEZ 

No fueron pocos los artistas que en las primeras décadas del pasado siglo mostraron su interés por Sanlúcar de Barrameda para dedicarle mucho de lo mejor de sus obras. Paradigmáticos son los casos de Joaquín Turina, en la música, y de los pintores Manuel García y Rodríguez y Manuel González Santos. Coetáneo de este trío de ilustres sevillanos seducidos por el poder de atracción de la ciudad fue Antonio Palomo González (1864-1944), un fotógrafo de Jerez de la Frontera en cuya obra sanluqueña, además de manifestar una gran perfección técnica, reflejó una sensibilidad fuera de lo común para legarnos el testimonio de toda una época.


Foto de El Infante Maldito.
Arquillo de Rota

Foto de El Infante Maldito.
Palcos en las Carreras de Caballos

Las primeras fotografías sanluqueñas de Antonio Palomo González se remontan a los inicios del pasado siglo cuando, establecido en la ciudad, trabaja como escribiente en las oficinas de la bodega Vinícola Hidalgo en la que alcanzaría la categoría de jefe de escritorio y donde se jubilaría en 1930.

Foto de El Infante Maldito.
Un paseo en barca


Antonio Palomo, quien ha aprendido a seleccionar la temática y la oportunidad de sus fotografías, vive con apasionamiento su afición a la que dedica muchos de sus ratos libres y en la que, para alarma de sus dos hermanas solteras con las que convive en Sanlúcar, invierte una buena parte de sus ingresos como escribiente. De Sanlúcar nos dejará el fotógrafo instantáneas en las que llega a sublimar la sencilla naturaleza del entorno ciudadano con sus incontables vistas de pinares y arboledas que tanto debían atraerle. Tampoco pasarán inadvertidas para la cámara del jerezano las imágenes de actividades locales tan genuinas como la bodeguera o las faenas de pesca. Con sus repetidas y bien seleccionadas marinas el fotógrafo parece rendir todo un homenaje, desbordado de sensibilidad, técnica y gusto refinado, a los pescadores de Bajo de Guía. Y también pondrá atención al ambiente que se respira en la playa de Sanlúcar durante la celebración de las carreras de caballos.
Foto de El Infante Maldito.
Escena ciudadana (Calle Regina esquina a plazas de la Trinidad y San Roque)

Pero donde mejor parece moverse el talento fotográfico de Antonio Palomo es en las vivísimas escenas cotidianas que sabe captar con inusual oportunidad para ofrecernos auténticos cuadros de costumbre. Como muestras de su siempre oportuna presencia como espectador son sus fotografías de vendedores ambulantes: de barcos de corcho, de caracolas, de barquillos, de camarones, de juguetes, de patatas, ... Impagables son el espectáculo que nos ofrece del oso ante las puertas del antiguo juzgado de la calle Santo Domingo, la imagen del ciego vendedor de pañuelos o la escena de los arrieros en el abrevadero del Arroyo de San Juan. Entrañables por el sentimiento nostálgico que rezuman son las instantáneas de la antigua fuente del castillo de Santiago, la del grupo de muchachas con sombrillas que pasean por el antiguo camino del Cerro de Falón o las niñas jugando en la arena de la playa. Son obras de un altísimo valor etnográfico y plenas de sabor, algunas de ellas no exentas de cierto tinte social que nos empuja a la reflexión.
Foto de El Infante Maldito.
Manantial de Las Piletas

Las escenas de playa y las vistas de la ciudad reflejan la placidez y el encanto de una Sanlúcar cuyo espíritu supieron captar los ojos de artista de Antonio Palomo. En su conjunto, la obra sanluqueña del fotógrafo jerezano, compuesta por centenares de imágenes cuyo contenido va más allá de los elementos que las conforman para justificar hechos y descubrirnos rincones y tipos, es un monumental reportaje del mejor fotoperiodismo dedicado a una ciudad que, por entonces, era centro indiscutible del veraneo en el Sur español. Por estas fotografías podemos asomarnos a muchos instantes detenidos de aquellos primeros años del siglo XX y saborear un tiempo que el talento y la capacidad creativa de Palomo supieron dibujar como nadie a través del objetivo de su cámara. La colección sanluqueña de Antonio Palomo, por su gran valor cualitativo y no desdeñable cantidad, constituye un fondo histórico y documental de carácter extraordinario correspondiente a toda una época pasada.
Una anécdota que se recuerda entre sus familiares nos acerca a conocer la peculiar personalidad del fotógrafo jerezano de cuyo carácter algo misántropo eran sabedores los sanluqueños. Al parecer, cuando en una ocasión le fue ofrecido un aumento de sueldo en su empresa Vinícola Hidalgo, Antonio Palomo rehusó la propuesta de sus jefes. “Con lo que percibo hasta ahora tengo bastante, por lo que deberían ofrecer este aumento a alguien con más necesidad que yo”, parece ser que fue su contestación, sobresaltando a sus dos hermanas cuando éstas fueron informadas de aquel hecho.

Foto de El Infante Maldito.
Vendedores de patatas en la Plaza de San Francisco (actual de Santa Ángela de la Cruz)

Por su testamento otorgado ante el notario José Luis Ruiz Badanelli sabemos que Antonio Palomo tenía establecido su domicilio sanluqueño en el número 3 de la calle Benegil, donde fallece el 17 de enero de 1944 a la edad de 79 años. Al morir también una de sus hernanas en el breve espacio de tiempo de tan solo unos días, se llegó a extender por Sanlúcar un chascarrillo que decía que aquel año no habría Tiro de Pichón “porque se estaban muriendo todos los Palomos”. Tras su fallecimiento, el ingente legado gráfico de Antonio Palomo González, quien nunca llegó a casarse, pasa a manos de sus hermanas y posteriormente a su sobrino Victoriano Romero Palomo. El archivo, magníficamente conservado, es mantenido en la actualidad en Jerez por su sobrino-biznieto Francisco Lozano Romero a quien se debe su organización y la digitalización de las imágenes que empiezan a divulgarse como tributo de admiración y de reconocimiento a tan excepcional artista.




Nota:

El autor agradece la información y las imágenes del Archivo Fotográfico Antonio Palomo González cedidas por Francisco Lozano Romero. Las reproducciones de las fotografías de este artículo sólo están permitidas si cuentan con la expresa autorización del citado archivo.